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5 COSAS QUE APRENDÍ EN RÍO

5 COSAS QUE APRENDÍ EN RÍO

Crecí en Barcelona en la época postolímpica, escuchando a mis padres historias sobre lo increíble que fue el verano de 1992 para nuestra ciudad. Mi hermana y yo, como cualquier otro niño, soñábamos con participar. Hace cuatro meses mi hermana se clasificó para competir en remo y, sin dudarlo un momento, hice mis maletas y me marché con ella para vivir el sueño de nuestra infancia.

Pasé una semana en Río y fue una de las mejores experiencias de mi vida. Estas son cinco de las cosas que aprendí:

1. «UM MUNDO NOVO»

El lema de Río 2016: «Un mundo novo», los describe a la perfección. Estos juegos representan un mundo nuevo. Nunca había estado en Brasil ni había participado en los juegos. Pero en seguida noté que la ciudad se había transformado para dar la bienvenida a los deportistas y visitantes en un verano que iba a ser diferente de todos los demás. Desde el momento en que aterrizabas en Brasil y te sellaban el pasaporte con el logo de Río, y veías las banderas y colores que adornaban la ciudad, era imposible no dejarse arrastrar ese «nuevo mundo».

2. TODOS LLEVÁBAMOS PUESTO NUESTRO PAÍS…

Los aficionados estadounidenses y británicos llevaban puestas sus banderas de todas las maneras que se puedan imaginar. Los italianos y los franceses iban de azul; los canadienses, españoles y suizos de rojo; los holandeses de naranja brillante; los kiwis (neozelandeses) de negro; los brasileños de amarillo y, por supuesto, ¡los noruegos llevaban cascos de vikingo! Había banderas nacionales por todas partes; en capas, sombreros y camisetas, así que siempre sabías de dónde era la persona que tenías sentada al lado. ¿Lo mejor de esta celebración de la diversidad nacional y cultural? Podías empezar a hablar con todo tipo de gente, sobre todo si alguien había vivido en tu país o viceversa.

3. …Y ANIMÁBAMOS A OTRO

Todo el mundo animaba a su país si podía ser, pero lo más importante eran los deportes, ante todo. Además, animar a otro país porque habías vivido en él o conocías a alguien de allí formaba parte de la diversión. Me encontré a mí misma animando a Suiza cada vez que veía competir a algún deportista suizo, porque vivo en Zúrich desde hace cuatro años. También convencí a unos aficionados británicos para que animaran a España cuando mi hermana estaba compitiendo, ¡porque yo sola no podía gritar más alto que el grupo de 20 kiwis que estaban sentados a mi lado!

4. LO IMPORTANTE ERAN LOS PINES (NO LOS POKÉMON)…

Los pines eran los Pokémon de Río y ¡había que cazarlos a todos! Los deportistas llevaron algunos pines de sus países. Las cadenas de televisión, patrocinadores y el COI tenían también sus propios pines. Los voluntarios los coleccionaban como tesoros. Los pines que se llevaban puestos en la chaqueta o en el gorro eran el mejor tema para empezar una conversación. Los coleccionistas veteranos iban a la caza de rarezas, mientras que a los novatos les hacía feliz cualquier cosa que pudieran encontrar, y todo el mundo hablaba de ellos. Había incluso varios lugares en la ciudad donde se podía ir para intercambiar pines.

5. …Y LOS DEPORTISTAS, CLARO

Los deportistas eran los más fáciles de identificar en la ciudad. Tenían que llevar puesta la ropa oficial de su selección prácticamente en todas las ocasiones, desde la ceremonia inaugural hasta el podio. La gente paraba a mi hermana solo para preguntarle en qué competía y para felicitarla. Y todos los deportistas, incluida mi hermana, se paraban encantados y se hacían una foto con quien se lo pedía. Con todos los deportistas y las «estaciones» deportivas de los patrocinadores que había por toda la ciudad, Río tenía más actividad que nunca; veías gente jugando al vóley-playa, corriendo o haciendo surf (que se convertirá en deporte olímpico en el 2020), todo el mundo participaba y parecía pasárselo mejor que nunca.

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