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Por qué es difícil aprender un idioma y cómo mejorarlo

Por qué es difícil aprender un idioma y cómo mejorarlo

Si te está costando aprender un nuevo idioma, respira; no eres el único. Se sabe que aprender un idioma es más difícil para los adultos que para los niños, cuyos flexibles cerebros desarrollan las conexiones necesarias para aprender otra lengua.

Pero, ¿por qué es tan difícil aprender un idioma extranjero? Sencillamente, es difícil porque desafía a tu mente (tu cerebro tiene que crear nuevos marcos cognitivos) y al tiempo (requiere una práctica sostenida y constante). Aunque hay algo más que eso.

En este artículo analizaremos los tres factores más importantes que hacen que sea tan difícil aprender idiomas, y te daremos seis consejos para que sea mucho más fácil, para dar un poco más de energía a tu aprendizaje.

El mismo cerebro

¿Te has preguntado alguna vez por qué algunas personas dominan sin dificultad el español y otras casi ni pueden decir «hola»? Bien, hay una investigación que sugiere que las conexiones únicas de nuestro cerebro pueden predeterminar el éxito a la hora de aprender un idioma. En un estudio realizado en la Universidad McGill, se escanearon los cerebros de los participantes antes y después de realizar un curso intensivo de francés de 12 semanas. Los investigadores descubrieron que en los participantes que obtuvieron mejores resultados existían conexiones más fuertes entre los centros cerebrales. Aunque esto podría significar que algunas personas están cognitivamente mejor preparadas para aprender idiomas, no implica que no todo el mundo debería intentarlo (y sí, ¡es muy bueno para ti!).

Cómo aprendemos

Clases después del trabajo, estudiar en el extranjero, aplicaciones, hablar con un compañero de trabajo extranjero, trabajar en el extranjero, hacer un curso intensivo del idioma; hay muchas maneras de aprender una lengua. Sin embargo, está claro que como los adultos tienen que, ya se sabe, ser adultos, no pueden aprender de forma implícita como hacen los niños pequeños, siguiendo todo el día y a todas partes al hablante nativo que les está criando. Por desgracia, nuestros cerebros adultos son más sofisticados y se interponen en el camino del aprendizaje.

Como adultos, tendemos a aprender acumulando vocabulario, pero a menudo no sabemos cómo interactúan las piezas para formar un lenguaje gramaticalmente correcto. Una investigación del MIT señala incluso que la tendencia de los adultos a sobreanalizar obstaculiza su capacidad para captar los matices sutiles del lenguaje, y que ese esfuerzo constante no da mejores resultados.

Katie Nielson, de Voxy, culpa de esto a la idea del «idioma como objeto». «En clase de historia, se empieza cronológicamente y se usan las fechas en el orden en que sucedieron las cosas. El aprendizaje de idiomas no funciona así», dice. «No puedes memorizar un montón de palabras y reglas y pretender hablar el idioma. Lo que obtienes así es un conocimiento del “idioma como objeto”. Puedes describir el idioma, pero no puedes usarlo».

«Es mejor considerar el proceso “aprendizaje de habilidades” (algo que haces) en lugar del “aprendizaje de un objeto” (algo que sabes)». ¿La solución? Olvidar la perfección. Aprende de una forma más desordenada —ya sea mediante aplicaciones, clases o viajes—, alégrate por los errores cometidos y date cuenta de que te sentirás como un tonto a veces.

Similitudes entre los idiomas

¡Lo comprendemos! No es fácil aprender un idioma que sea muy diferente al tuyo (imagínate un hablante de inglés esforzándose por aprender coreano o un nativo tailandés esforzándose por aprender árabe). Curiosamente, los estudios muestran que estas dificultades no se deben a una aversión personal a las complicaciones, sino a las preferencias neurológicas. Las investigaciones realizadas en el Instituto Donders y en el Instituto de psicolingüística Max Planck indican que nuestros cerebros no son indiferentes a las similitudes entre idiomas, y reutilizarán las características y la gramática del idioma nativo para dar sentido a un idioma extranjero que esté estructurado de manera similar. La profesora de psicolingüística Nuria Sagarra coincide en que los estudiantes de idiomas ampliamente diferentes tienen un gran desafío ante sí: «Si tu idioma nativo es similar al idioma extranjero (p. ej., tu idioma nativo es rico morfológicamente y estás aprendiendo un idioma también rico morfológicamente, como un ruso que aprende español), las cosas serán más sencillas».

Consejos para que tu viaje sea más fácil

Aunque aprender un idioma nunca estará exento de dificultades —nada que merezca la pena lo está—, puede ser sin duda entretenido y satisfactorio. Entonces ¿qué se puede hacer? Afortunadamente, ¡mucho!

Conócete a ti mismo y conoce tus objetivos

¿Por qué estás aprendiendo este idioma? ¿Por motivos profesionales? ¿Por placer? ¿Para comunicarte con la familia? Con tu objetivo en mente, busca activamente oportunidades para aprender lo que necesites y descarta aquello que no necesites (por ejemplo, el vocabulario para hablar sobre tu trabajo será muy diferente del que necesites para recorrer América del Norte en un viaje por carretera). Si te centras en tu objetivo general de aprendizaje, combatirás mejor el desgaste cuando aparezca.

Diviértete como un niño

Aunque nuestros cerebros ya no son tan flexibles como los de los niños, ¡sí que podemos ser tan curiosos como ellos! La inmersión y el juego son claves y, para los adultos, una forma excelente de abordar el aprendizaje es asistir a una clase en el idioma (cocina francesa en francés o salsa en español) o hacer un programa de estudios en el extranjero que combine el aprendizaje del idioma con el turismo y la inmersión cultural.

Dos por uno

¿Ya sabes un idioma extranjero? Aprovecha esa ventaja de salida para atreverte con otro relativamente (o muy) similar (p. ej., portugués/español, holandés/alemán o noruego/sueco/danés). Tu conocimiento previo te ayudará a filtrar este nuevo idioma más eficazmente.

Motívate

«Se necesita motivación para buscar reiteradamente nuevas experiencias de aprendizaje, y siempre se ha vinculado la motivación al éxito en el aprendizaje de idiomas»  dice Angela Grant, de la Universidad Estatal de Pensilvania. Encuentra la tuya reservando un billete de avión, comprándote un bonito portátil para clase, recorriendo tu ciudad con un compañero de intercambio de idioma o mediante el ritual de hacer tus deberes en tu cafetería favorita.

Rodéate

¡Enfréntate a tantas nuevas aportaciones como sea posible! Cambia el idioma en tus cuentas de las redes sociales, en tu ordenador y en tu teléfono. Descarga películas, escucha música y podcasts; lee ficción, no ficción y revistas; ve documentales y cocina recetas extranjeras.

Asume que es complicado

Recuerda, estás aprendiendo una habilidad, no un objeto. Saborea los momentos embarazosos, sobre todo durante los primeros meses, y no tengas miedo al fracaso o al ridículo. Asume que tu acento no es perfecto y que no lo comprendes todo. Nada de eso importa a largo plazo. ¡Lo que importa es el compromiso!

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